viernes, 10 de febrero de 2012

Listas negras...

  En alguna ocasión saqué a relucir uno de mis numerosos defectos comentando que yo realmente no tenía una lista negra, sino que realmente tenía varias. De una de ellas me dispongo de hablar hoy, después del ladrillo de la última entrada, yo la llamo mi lista negra de bares, restaurantes y otros locales de ocio, y como entrar en ella, y, como es lógico o no, desde un punto de vista personal. Suprimiré los nombres para evitar la vergüenza a dichos negocios, y la visita de sus abogados en estos duros meses para mi economía.
  -1er caso: 50 pares de ojos asomados a un ventanuco. Echando la vista atrás el primer ejemplo que me encuentro es referente a las espectativas de negocio y los medios/inversiones realizados. Durante la conocida reedición del recientemente renombrado "El Clásico" con motivo de los Cuartos de Final de la Copa del Rey del Fútbol, surgió entre mi grupo de amigos la idea de ver el partido de ida en un local que contara ofreciera dicho evento televisivo de pago. Mi sorpresa fue que al llegar a este sitio pudimos observar perplejos como más de 50 personas pugnaban por ver tan magno acontecimiento en una pantalla que sería muy poco envidiada por las clásicas televisiones planas que hay ahora en algunos hospitales y habitaciones de hotel, y para más humillación, en una pared absolutamente plana con superficie como para un electrodoméstico de, apróximadamente, el triple de ese tamaño. Supongo que dicho establecimiento cuando paga la nada barata cuota de la anteriormente mencionada plataforma de televisión por satélite, no lo hace con la idea de hacer pases privados de Cine X, así que es algo que no logré entender.
  -2º caso: El apasionante mundo de los polímeros. El tema del olor, que cobra una especial importancia una vez eliminados otros "aditivos artificiales", que condicionaban los ecosistemas de dichos locales, tras la entrada en vigor de la prohibición del consumo de tabaco en lugares públicos, o como se llame. En este campo nos encontramos varios casos, que más bien podrían entrar en un muestrario de aquellas sectas que perfumaban sus templos con nobles olores producto de la incineración controlada de agradables (aunque a veces cargantes) esencias. Pues bien, en el sector restauración las esencias elegidas en algunos sitios, ahora que se podía volver a respirar, eran entre otras muchas, el óleo de refrito, cañería confitada, baquelita incinerada (esta es una novedad). Cabe decir que en alguna ocasión no se podía achacar el aroma al oficiante del templo, sino que en algunos casos los responsables eran los feligreses que tardaron en reaccionar ante la nueva atmósfera y practicar la sana costumbre del aseo. Sobre este punto hay un caso en que pese a entrar en el cupo hago una notable excepción y mis amigos saben cual es.
  -3er caso: Pedímos ternera pero fue ave.  En otro minicapítulo de mi árida vida, en fechas previas a las Navidades, mi grupo de amigos decidió celebrar la tracicional comida/cena anual. Elegido el sitio, se procedió a la selección del exquisito menú. Como comensales poco acostumbrados al arte de la cocina minimalista aguantamos, con bromas, la llegada de los primeros canapés que el editor del menú se atrevió a llamar platos, esperando impacientes la llegada del plato final supuestamente más consistente y que en el enunciado se anunciaban como medallones de solomillo. Aun recuerdo como un amigo empezó a reírse de mi plato cuando llegaron los famosos medallones, y recuerdo igualmente como se acabó su sonrisa cuando le sirvieron una ración aun menor. Básicamente lo que había en los platos de postre eran unos medios medallones de solomillo, y ahí llegó la catarsis. Exigencias por nuestra parte y muy mala educación y desprecio por parte del encargado. Finalmente habíamos pedido ternera y tuvimos pollo. En este caso se trata de una metáfora de como hasta llegó a presentarse la Policía Local en el establecimiento, pero tuve una experiencia similar, esta vez en sentido literal, en una comida de empresa en Toledo (un manjar la ternera albina de corral toledana).

El plato fuerte


  -4º caso: Al César lo que es del César. Por muchos es sabido que para ciertos asuntos padezco cierta racanería, especialmente con aquello que, al haber pagado, creo tener derecho. En todos los bares suelo observar si ponen tapas o no, eso tan frecuente en ciudades como Madrid y que tan raro era hasta hace unos meses en Guadalajara (se ve que a veces el "run-run" tiene efecto). Si no ponían tapas pues no pasaba nada, solo que cogería fama de sitio donde no dan nada. Si por otro lado ponían tapa estaba siempre atento a si se acordaban de poner una cada vez que pedíamos o si nos discriminaban con respecto a otros clientes de forma bastante ostensible, como cierto día que en un bar en un aperitivo pre-boda nos dijeron que estaban esperando a que se acabara de hacer una cosa mientras veíamos como a otro grupo les ponían algunas tapejas... esperamos pacientemente y cuando acabaron ese complicado y suculento plato (paella de garrafón) cual fue mi sorpresa cuando vi que primero le volvían a servir a esos otros clientes y a nosotros no nos ponían nada. Resultado... a la lista negra ... y ahí sigue por los siglos de los siglos. Claro que mejor que no pongan nada que te den torreznos bañados aceite como hacen justo debajo de mi casa.

2 comentarios:

  1. Grandes momentos, sí señor. Qué fuerte el plato fuerte, jeje. Esta entrada ha estado entretenida...

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  2. Esa era la idea my dear friend, hay que tirar de archivo fotográfico, con permiso de los grandes maestros.

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